martes, 10 de abril de 2012

Salmos 18:10-20

10 Cabalgó sobre un querubín, y voló; y raudo voló sobre las alas del viento. 11 De las tinieblas hizo su escondedero, su pabellón a su alrededor; tinieblas de las aguas, densos nubarrones. 12 Por el fulgor de su presencia se desvanecieron sus densas nubes en granizo y carbones encendidos. 13 El SEÑOR también tronó en los cielos, y el Altísimo dio su voz: granizo y carbones encendidos. 14 Y envió sus saetas, y los dispersó, y muchos relámpagos, y los confundió. 15 Entonces apareció el lecho de las aguas, y los cimientos del mundo quedaron al descubierto a tu reprensión, oh SEÑOR, al soplo del aliento de tu nariz. 16 Extendió la mano desde lo alto y me tomó; me sacó de las muchas aguas. 17 Me libró de mi poderoso enemigo, y de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo. 18 Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio, mas el SEÑOR fue mi sostén. 19 También me sacó a un lugar espacioso; me rescató, porque se complació en mí. 20 El SEÑOR me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.

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